jueves, 16 de octubre de 2008

El encanto de comer: Comida novoandina, cocina milenaria

Miro la carta y busco algo familiar para pedir y no hacer roche, pero es imposible. Sólo aparecen párrafos ininteligibles para mi, acostumbrada al cariño y pragmatismo de los agachados y huariques limeños. Letritas en italiano y francés, sazonadas con una mezcolanza de consonantes y vocales sobre especies andinas, logran lo que no pudo la altura del Cusco (con s): marearme.

Ahora estoy sonriendo y asintiendo con cara bobalicona sobre algo que mis acompañantes de mesa murmuran, pero que yo desconozco… mayormente. ¡Diantres! no encuentro ningún plato que mi paladar recuerde. Y eso resulta incomodísimo, sobre todo porque a mi derecha, (mi acompañante) ya pidió gnocchi alla panna di rocoto con gamberetti (traducción: ñoquis a la crema de rocoto con camarones) y un lomo de alpaca (sin mayor traducción, of course, pero a mi la alpaca no me va).

El mozo me mira. ¿Qué pedir? si no entiendo muy bien el rollo de lo novo andino y la comida fusión. ¡A mi que me traigan un ají de gallina!, pienso, pero callo y espeto -con la suficiencia de quienes no se sorprenden con la carta-: “lo mismo que a Rafael (Casabone)”. Ahora el que asienta la morra es el mozo. He pasado piola.

No hay comentarios: